miércoles, 15 de julio de 2015

Iker Casillas, la leyenda nublada

Sí, el titular está correcto. El de Móstoles ha sido capaz de ascender al olimpo, pero cuando colgó su halo de 'Santo' se dio de bruces con el crudo mundo real. Es necesario ser autocrítico: que haya sido el mejor portero de la historia del Real Madrid, que nadie le hacía sombra en su época de esplendor, y que sus luces fueron mucho más brillantes que sus recientes años de ocaso, no hace menos cierto que ese declive no existiese. Su mayor perdición, la gestión de sus galones en el vestuario y acostumbrar a los aficionados a un Casillas espléndido que contrasta más si cabe con la inevitable caída de rendimiento. Por otro lado, también supone una falta de rigor negar que Casillas ha sido vital en la historia del Real Madrid.


Son bien conocidas para el madridismo las anécdotas de Casillas durante la adolescencia: su primera convocatoria con el primer equipo mientras él estaba dando clase y el inmediato aviso del director, su viaje a Noruega, su debut el 12 de septiembre de 1999 contra el Athletic... comenzó rodeado de dudas por parte de sus aficionados, que no vieron en Iker un portero de garantías hasta su estelar aparición en la final de la Champions de 2002 contra el Bayer Leverkusen. Hasta aquel entonces, Vicente del Bosque no se atrevió a otorgarle el puesto de titular indiscutible, y pasaba largas temporadas en el banquillo si su compañero en la portería se encontraba en mejor estado de forma. Pero la 'Novena' supuso el despegue de su carrera. La oportuna lesión de César cambió el rumbo de su carrera en el club blanco.


Algo similar vivió en la Selección ese mismo año: sin ser el portero titular por aquel entonces, fue el guardameta elegido a proteger la meta durante el agrio sabor egipcio del Mundial de Corea y Japón. ¿La causa? Cañizares, el portero titular, se seccionó un tendón con un frasco de colonia roto que se le cayó en el pie. La fortuna se posicionó a favor del cancerbero blanco, y además, dejó mejores sensaciones que en anteriores apariciones con la Selección Absoluta temporadas atrás. Sería el primero de los cuatro mundiales que disputaría, aunque aún quedaban años para poder levantar sus primeros trofeos con la camiseta de España.

A partir de entonces, la figura y reputación de Iker fue creciendo conforme sus muestras de reflejos atemorizaban a los delanteros más habilidosos del planeta fútbol. Este crecimiento se encontró entre 2003 y 2008, temporada en la que su rendimiento tocó techo tras ganar el Trofeo Zamora junto al campeonato de Liga y tras romper la maldición de la Selección Española, haciendo pasar de cuartos de final de la Eurocopa a sus compañeros tras derrotar al también legendario Gianluigi Buffon en la tanda de penaltis. Poco después, levantaría el trofeo europeo como capitán del equipo entrenado por Luis Aragonés. Casillas estaba en el punto más alto de su carrera, y permanecería en él unos cuantos años.


Las siguientes temporadas del meta blanco hicieron cada vez más asiduo que la gente lo tildase de 'santo'. Cuando parece que todo está perdido y que el balón va a entrar en la portería, el cancerbero aparecía de la nada y detenía el cuero a bocajarro (pregunten a Diego Perotti sobre ello). Además, su estado divino también le permitía hacer milagros, como levantar un pie por acto reflejo y mantener a cero la meta en la final de un Mundial. El más claro testigo de ello se llama Arjen Robben. Tener a Iker bajo palos suponía un voto de calma para aficionados y defensa, quienes sabían que un error por su parte sería solventado por el guardameta.

Todo siguió así hasta que la Selección Española ganó su tercera Eurocopa en 2012. Durante ese verano, Iker extravió su halo y se tuvo que enfrentar a la temporada salvando muchos menos balones de lo que se solía esperar. El entonces entrenador del Real Madrid, José Mourinho, tomó la decisión de darle un toque de atención para que recupere el nivel y le castigó con el banquillo. Eso no fue bien recibido por la mayoría de la afición, a quienes les indignó que no le diera un voto de confianza a un portero de su nivel. A pesar de ello, el míster luso terminó rectificando y le devolvió la titularidad. Entonces, quedó más claro que nunca que su condición de santo se había desvanecido: si en 2002 las lesiones de César y Cañizares fueron el punto de inflexión para alzarse como uno de los mejores porteros de la historia, a comienzos de 2013 una accidental patada de su compañero Álvaro Arbeloa le rompió la muñeca y le obligó a quedarse tres meses en el dique seco.

Entonces, llegó Diego López como sustituto de garantías para Iker Casillas. Fue bien visto por los aficionados, ya que el portero gallego también creció en categorías inferiores del Real Madrid. Diego tampoco tardó en llevarse elogios de la opinión pública al mostrar un notable rendimiento bajo palos a pesar de que estaba siendo el meta suplente en el Sevilla. Su rendimiento era tan meritorio que la vuelta de Casillas suponía un serio problema que dividió opiniones: mientras unos optaban por mantener a Diego López por total mérito personal, otros querían ver de nuevo a Casillas titular a toda costa. Con Mourinho en el banquillo, sin embargo, el de Móstoles no volverá a jugar.

Ese verano Carlo Ancelotti sustituyó al polémico portugués, y tomó la salomónica decisión de dividir los minutos de ambos metas. Ese año, Casillas disputó la Copa del Rey y la Champions, los dos títulos que el Real Madrid logró ganar aquella temporada. El equipo blanco, sólido como pocas veces se ha visto en sus últimos años, apenas necesitaba intervenciones divinas, e incluso en la final contra el Atlético de Madrid, se pudo solventar casi milagrosamente el garrafal error de Casillas en aquel poco ortodoxo gol de Diego Godín.


El siguiente verano, Diego López será traspasado, al ser insostenible la situación de los porteros y lo poco factible económicamente que era la hipotética salida de Casillas. Volvería a ser titular en detrimento del recién llegado Keylor Navas, pero tras el error de esa final de la Champions y el paupérrimo Mundial que realizó la Selección Española en Brasil, no era fácil volver a recuperar la confianza de cada vez más aficionados. Casillas no realizaría una temporada brillante, y otros nuevos errores terminaron transformando los eternos aplausos del Santiago Bernabéu en abucheos reclamando que pase ya el testigo en la portería madridista. El debate se acaloró a tal punto que los pitos en el feudo blanco eran ya rutina, a pesar del disgusto de Iker Casillas.

La gestión de Casillas de todos estos problemas generó aún más controversia: amistad con la prensa, no salir al paso de forma pública ante diferentes polémicas (como su supuesta enemistad con Diego López mientras eran compañeros) y refugiarse ante las críticas provocó que muchos aficionados criticasen su condición de capitán. La falta de iniciativa personal en estos aspectos, unido al declive de su rendimiento han hecho que muchos aficionados renieguen de su condición de leyenda. Probablemente sea uno de los temas más complicados para pronunciarse sobre el Real Madrid, ya que las opiniones forjadas sobre su figura en los últimos años se han polarizado hasta extremos casi irreconciliables a corto y medio plazo.

Finalmente, el desenlace de esta historia se encuentra en la decisión del guardameta de abandonar la entidad merengue. Es evidente que es la opción más sana para su persona, exiliándose durante dos años a Oporto para olvidar todos sus problemas en la capital española. Dos años para reflexionar sobre errores personales y aciertos que se le reconocerán en un futuro. Su leyenda ahora está nublada, pero las nubes no permanecen para siempre, y cuando se hayan despejado, se podrá ver con claridad todas sus conquistas.

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