Finalmente
no habrá épica, ni justicia, ni abucheos, ni ánimos desde la grada. Por
precaución, por problemas de espalda, Federer decide no arriesgar y se despide del torneo antes de comenzar la final contra Novak
Djokovic. Por tanto, el serbio vuelve a ser campeón de la Copa de Maestros de Londres.
La Copa de Maestros da a
su fin de un modo decepcionante para los amantes del tenis. Lo que
prometía ser un partido de altos vuelos (como prácticamente todas
las finales entre Djokovic y Federer) se ha encontrado con el
obstáculo de la merma física del suizo. Federer, quien sufrió un
gran desgaste a causa del duro encuentro contra su compatriota Stan
Wawrinka, salió a la pista central y pidió disculpas a los
asistentes por no poder dar el espectáculo que habían ido a ver.
Mismamente, Djokovic también se lamentó en pista de ganar el
campeonato de esa manera, y le dio un mensaje de ánimo a Federer
para que se recupere lo antes posible.
Así, el torneo termina de
un modo agridulce, porque, aunque ha habido encuentros vistosos y
emocionantes, las lesiones han tomado demasiado protagonismo en un
torneo en el que los protagonistas deberían haber sido los actuales
maestros del tenis: Rafa Nadal no se presentó al torneo por culpa de
su calvario de lesiones, Raonic tuvo que abandonar el torneo ya
empezado (Ferrer tuvo que sustituirlo en el tercer partido de
grupos), y Federer no se encontró físicamente capacitado para
disputar la final.
Djokovic, por su parte, ya
disfruta de su tercera Copa de Maestros consecutiva, tras haber
vencido al mismo Federer en 2012 y a Rafa Nadal el pasado año. De
este modo, la salud física del tenista serbio se ha vuelto clave en
un campeonato donde sus más duros rivales se han visto obligados a
ausentarse por lesión. Nole se encuentra pleno físicamente, y sus
rivales tendrán que esforzarse seriamente para recortarle puntos en
la lucha por el número 1 del ránking ATP.
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