El
hambre de Federer sigue siendo voraz. A sus 33 años, y después de
casi tres horas de sufrimiento contra un Wawrinka que luchó hasta el
final, logró meterse de forma casi agónica en la final de la Copa
de Maestros de Londres (4-6, 7-5 y 7-6 (6)). El rival a batir para hacerse con el trofeo será el serbio Djokovic, que venció sin muchos problemas a Nishikori (6-1, 3-6, 6-0).
Cuatro bolas de partido en
contra. Federer tuvo que superarlas para seguir adelante en el
torneo. Fue una fuerte muestra de la impasible mentalidad del
veterano tenista suizo contra un compatriota que le lanzaba bolas
como si de misiles se tratara. La potencia de Stanislas Wawrinka, su
mejor recurso, especialmente cuando se trata de sacar, fue capaz de
alcanzar la friolera 43 puntos ganadores durante el encuentro. Sin
embargo, tal potencia desmesurada también obliga a fallar más, y
sus 48 errores no forzados tuvieron bastante que ver con no meterse
el partido en el bolsillo.
Federer, consciente de su
ventaja técnica a pesar de la estampida rival, arriesgó tratando de
llevar a Wawrinka a un intercambio de golpes donde recuperaría el
terreno perdido. A punto estuvo de salirle mal: el partido se estaba
alargando demasiado, y los fallos en pista de Wawrinka los solventaba
con su intratable servicio. Es por ello que resultaba casi imposible
vaticinar quién sería el vencedor.
Finalmente, el encuentro
tuvo que decidirse por un tie-break en el último set. Stanislas
Wawrinka desperdició ya tres puntos de partido hasta aquel momento,
y volvería a desaprovechar una ocasión más para enviar a Federer a
casa. Por el contrario, Roger, cuando tuvo su primera bola de
partido, decidió que el encuentro terminaba ahí, a las dos horas y
47 minutos de partido. No fue fácil, pero ya se encuentra en la
final.
Su rival en la final de la
Copa de Maestros será Novak Djokovic, quien ostentará el número 1
del ránking ATP hasta final de año como mínimo. El suizo contará
con la desventaja del desgaste físico que le ha producido el duro
encuentro, pero podrá disfrutar de un público volcado totalmente a
su favor tras el polémico gesto que Djokovic le dedicó a la grada
en su semifinal, aplaudiendo con sarcasmo a los asistentes a la
cancha por los abucheos que recibía. En la final se verá si el
apoyo de la grada compensa psicológicamente al agotado Federer.
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